Uno de los descubrimientos más significativos de la terapia moderna es la función que tienen nuestros pensamientos: Al contrario de lo que se suele creer, los pensamientos no suelen ser la consecuencia de nuestras emociones. Es más bien lo que pensamos sobre los acontecimientos lo que hace que sintamos y actuemos de determinadas formas.
Esos pensamientos pueden ser racionales, objetivos, sopesados y equilibrados o por el contrario pueden estar basados en nuestros miedos e imprecisiones y ser capaces de generar emociones desajustadas y magnificadas: son los que llamamos pensamientos irracionales.
Existen tres tipos de preguntas básicas que todos podemos aplicar para empezar a modificar los pensamientos irracionales.
1. La Evidencia: ¿Es totalmente cierto este pensamiento? ¿En qué pruebas me baso? ¿Podría existir otra explicación u otra forma de pensar más realista? ¿Es un hecho probado científicamente?
2. La Gravedad: ¿Serían tan terribles las consecuencias? ¿Qué ocurriría si...? ¿A cuántas áreas de mi vida afectaría? ¿Podría encontrarme bien aun cuando esto sea así? ¿Hay otras personas a quienes les haya ocurrido y cómo lo han vivido?
3. La Utilidad: ¿Qué consecuencias tiene para mí pensar así? ¿Me ayuda a solucionar mis problemas? ¿Me hace sentirme bien?
David Pulido